Código de imagen: 14411

Nuestra Señora de la Clemencia o

En el Catálogo de Salzburgo se menciona la "Basilica, che appellantur sancta Maria trans Tyberis". En esta basílica hay una imagen de Santa María, que se cree que es "acheropita", es decir, no pintada por manos humanas, sino "hecha a través de ella" (que per se facta est). Este icono es probablemente la antigua Virgen de la Clemencia, datada entre los siglos VI y VII, y es una de las más antiguas conservadas en Occidente. Se conserva en la capilla Altemps de la iglesia de Santa María in Trastevere de Roma. Se cree que fue la presencia de este icono lo que inspiró la dedicación de la basílica a la Madre de Dios. Realizado con la antigua y refinada técnica de la encáustica, en la que el color se mezcla con cera fundida, este gran icono está pintado sobre tres tablas de pino. Representa a la Virgen María vestida y adornada como una basilissa bizantina, una emperatriz, sentada en un trono con el Niño Jesús en su regazo. A sus pies, abajo a la derecha, hay un Papa orando. María, por haber concebido al Hijo de Dios, asumió la realeza en el cielo. Este misterio está representado en el icono y subrayado por la presencia de los ángeles colocados detrás de ella y por la inscripción del borde del icono que, aunque lacunar, reza: "Porque Dios mismo nació de tu seno... los príncipes de los ángeles se detienen y se maravillan ante ti que llevas en tu seno al Nacido...". Es en Roma, en Occidente, sede eclesial alejada de las controversias iconoclastas que provocaron la destrucción de numerosas imágenes, donde se han conservado los iconos más antiguos. Estos iconos, pintados entre los siglos VI y VIII, son una expresión artística de la Iglesia indivisa. El icono de la Clemencia forma parte de este grupo de iconos antiguos. Aunque muy deteriorado, muestra una interesante y recíproca influencia entre los estilos bizantino y romano y recuerda simbólicamente la unidad entre Oriente y Occidente. Este panel expresa, en lenguaje artístico y religioso, los valores de la Iglesia de Roma, en la que María es también figura de la Iglesia, Madre de Dios e Iglesia de Roma, representada por el papa que se postra a sus pies, tal vez Juan III (561-574) o su sucesor, Benedicto I (574-579).

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