Originalmente, el edificio se alzaba sobre una crepidina de tres escalones y tenía un pronaos tetratislal de mármol. Durante la época imperial se transformó en Capitolium. Tras la revuelta judía, se reconstruyó el pronaos de mármol, más profundo que el anterior y jalonado por cuatro columnas dóricas con basas jónicas, y se cubrió el krepìs con una escalinata que abarcaba la fachada del monumento por tres lados. El acceso al templo se realizaba por dos escalones situados a ambos lados del pronaos. Servían para ocultar el krepìs original.